Te proponemos una estupenda ruta para pasar un día completo conociendo los Pueblos Rivereños. Para comenzar, tomaremos la carretera que se dirige a Sacedón, y justo antes de entrar en el primer túnel, llegando a la presa de Entrepeñas, tomaremos un desvío a la derecha en dirección a Alocén por la carretera GU-999.
ALOCÉN: Mientras llegamos tenemos un viaje en coche muy agradable. Se puede ver a la derecha el embalse de Entrepeñas pudiendo parar en La boca del Infierno en el kilómetro 16,900. En el kilómetro 5,100 nos encontramos la Ermita de San Juan, ya muy cerca de Alocen. Fue levantada en la primera mitad del siglo XVII, finalizada en el año 1647. Y no puedes dejar Alocén sin antes visitar su Ermita de la soledad, el rollo y la picota. Para salir de Alocén, tomaremos la carretera GU-998 dirección a El Olivar. A un kilómetro del pueblo hay que hacer una parada obligada en el mirador de Alocén. La vista del pantano es majestuosa.
EL OLIVAR: Y así llegamos a El Olivar, uno de los pueblos mas cuidados y bonitos de la rivera del embalse de entrepeñas. Merece la pena dedicarle un tiempo a recorrer sus calles ya que la ordenanza municipal que ha obligado a los vecinos a rehabilitar las casas según la arquitectura típica alcarreña con piedra y madera, ha hecho del pueblo un lugar realmente hermoso. El pueblo se ha convertido en referente de la reconstrucción bien entendida. El Olivar es un pueblo con mucho encanto. Ya será la hora de comer, así que buen provecho!
BUDIA: Después de comer, podéis continuar por la GU-998 cuatro kilómetros y en el cruce con la CM-2013, tomáis a la derecha dirección Budia, donde podéis visitar la casa de los condes de Romanones, la Ermita de la soledad, la iglesia de San Pedro Apóstol y la Ermita de Santa Lucía. De Budia nos sale una ruta a la Ermita del Peral de la dulzura y otra al mirador del Medio Mundo situado en la Peña Blanca, subiendo por la Loma del Carrascal. En 1946 el escritor Camilo José de Cela pasó por Budia en su viaje a la Alcarria, para luego escribir el libro que daría fama y buen nombre a esta tierra. Cela detalla su estancia en Budia y su encuentro con Martín el viajante. El escritor aprovecha además para visitar al médico Don Severino, que es padre de un buen amigo del escritor.
DURÓN: Y Si os queda tiempo, debéis pasaros a conocer Durón, La iglesia de Nuestra Señora de la Cuesta, es el edificio más representativo de la plaza del pueblo. Es una construcción de mediados del siglo XVI y buena parte del siglo XVII. El pueblo de Durón posee también una espléndida y bella fuente barroca construida en el año 1793, de la época de Carlos IV, con un gran mascarón de bronce por donde mana el agua. La Hoz Angosta está formada por una interesante formación pétrea cuya ruta de senderismo es de increíble belleza, encajonada entre farallones de piedra caliza en cuyas cimas anidan cientos de buitres. Cuando La Hoz termina, nos lleva a un valle y a la fuente de los Perojilos. Pero esta ruta, merece ser contada aparte. Y lo que también merece una jornada aparte es pueblo de Buendía.
BUENDÍA: Hay una leyenda que hace referencia al nombre del pueblo: «En época de reconquista estos territorios hacían de frontera, en una escaramuza entre moros y cristianos, siendo más numerosas las huestes moras, y viendo el capitán cristiano próxima la derrota, se encomendó a la Virgen, como sus tropas estaban maltrechas, les arengó, dándoles ánimo para continuar, al final del día la victoria cayó sobre bando cristiano, y éste, de rodillas, dando gracias a la Virgen, se dirigió a sus soldados diciéndoles «Soldados buen día hemos echado hoy…», desde entonces cambió el nombre de Fuentesaúco a Buendía. No hay nada escrito sobre esto, pero todos los buendieros conocen esta historia. Existe todavía un manantial llamado Fuente del Saúco. En la actualidad se ha recuperado, tras 52 años olvidado, «La entrada de Moros y Cristianos», el segundo domingo de mayo, en la procesión, haciendo referencia a la leyenda. A la entrada del pueblo se encuentran las antiguas bodegas. Buendía elaboraba un excelente vino, (22.000 arrobas en el siglo XVII ) denominado «Cerro de la Fuente». Estuvo rodeada por murallas, de cal y canto, revestida de sillares, y en el Norte una fortaleza del siglo XV. Cinco puertas daban acceso al recinto: Puerta Calzada, la del Castillo, camino del Convento (hoy cementerio), Calle Botica y camino de la Isabela (frontón). En la actualidad tan solo quedan en pie Puerta Nueva, la del Castillo y la del Convento, así como los restos de los muros Norte y Este de la muralla y paramento Norte del castillo. Es digna de ver la Iglesia Parroquial de La Asunción de Nuestra Señora con una superficie de 1.000 m², de los siglos XV y XVI. Y como curiosidad, mencionar que, cuando las aguas del pantano están bajas, aún se pueden observar los restos de El Real Sitio de la Isabela, mandado construir por el rey Fernando VII. Las obras comenzaron en 1817, pero la primera guerra carlista retrasó su construcción y el palacio no se inauguraría hasta 1826. El balneario comenzó a coger fama y a lo largo del siglo XIX lo más florido de la burguesía madrileña pasó por las aguas alcarreñas. La Isabela sirvió de destino del turismo medicinal, muchísimas personas se acercaron hasta allí para tratar enfermedades como la gota, la epilepsia, el reuma o convulsiones.