Esta, seguramente sea la estancia con más encanto de toda la casa. Es una cueva excavada en los cimientos de la casa, a la que se accede por un arco de piedra de 1850. Al fondo de un par de ensanchamientos, encontrarás la tinaja, que en su día conservó el vino de pitarra que se elaboraba en la zona y que ahora es básicamente una parte de la decoración. No bajes a la bodega buscando poder comunicarte. Es la única zona de la casa en la que no tienes cobertura. Pero casi se agradece, para poder disfrutar sin distracciones de una botella de vino en buena compañía y rodeado de paredes de tierra envejecidas por los años. Otra de sus características es que conserva una temperatura constante en verano y en invierno, lo que la hace especialmente atractiva en los meses estivales.